domingo, 18 de marzo de 2012

Buenas mañanas

Recomiendo leer este post escuchando la siguiente pieza: Link: "Pachelbel Canon in D"
Mi momento preferido del día y mis momentos preferidos de la vida son las mañanas. Esta mañana desperté con el Sol acariciándome el rostro calidamente, levanté las manos y mis dedos se traslucían con el brillo del hermoso Sol otoñal que parecía cantarnos como un padre a sus hijos, con cariño para comenzar el día. No hacía frío, no hacía calor, todo tenía un tinte anaranjado y me recordaba el sabor a miel. Con mi madre siempre  observamos a los pájaros de estación, son distintos los que cantan en la Primavera de los que cantan en el Otoño, así que en cada llegada de estación vienen ellos a musicalizarnos las mañanas y a preparar a nuestros corazones nostálgicos para un nuevo comienzo.
Es imprescindible para mi comenzar bien el día, con una sonrisa, con el silencio extraño que reina en el amanecer, con ese brillo del Sol y cuando no hay Sol, con el aire fresco o el sabor a tierra mojada en los labios, el ruido de la lluvia también ambienta muchas mañanas de mi vida, porque gracias a Dios vivo en una región bastante húmeda. 
El desayuno es la parte del día que mas disfruto, recuerdo que también era la parte del día que mas disfrutaba cuando viajé. En París era todo un placer despertar con el sol en la cara, dormía mucho y mi anfitriona se sorprendía de que yo no anduviera a las corridas para recorrer la ciudad. Pues me gusta despertarme tranquila, es mi condición en la vida...a veces no se puede porque los tiempos no son los que queremos. 
Bien, en París compraba el "Pain au chocolat" y mi amiga me preparaba una taza enorme de café de las máquinas esas que abundan en Europa, que todos odian pero que todos usan. Otros desayunos memorables fueron por supuesto en compañía de Peter, el holandés. El pan que compran viene envasado y a punto medio de cocción, por lo tanto uno debe ponerlo en el horno antes de comerlo. El encendía el horno cada mañana y teníamos pan calentito, como recién hecho; cortaba queso- Gouda, ¿Cual si no?- lo ponía en las rebanadas de pan y lo rociaba todo con miel. Aún queda en mis labios esa dulzura de las mañanas con la que fui tratada.
Por último, queda mi desayuno en casa...bien, si yo viviera sola me gustaría despertar con una buena pieza de música clásica- como la que les voy a dejar al final de este post- el sol siempre acariciándome el rostro, los ojos cerrados apacibles de quien duerma a mi lado, a veces con sus caricias...a veces acariciándolo yo. El perfume del café recién preparado y una sonrisa...del día para mi, o de mi...para el día. 
Todo esto sentí y recordé esta mañana y quise compartirlo. ¡Les deseo muy lindas mañanas a todos!