viernes, 2 de diciembre de 2011

Naranja que te quiero naranja...

No hace falta dar detalles de cada escala de mi viaje para saber que ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, en la que me puse a prueba sin quererlo, sin haberlo planeado, gracias a un boludo que me dejó con mil preguntas en las manos.
Durante el viaje ya dije que pasé por todos los estados emocionales existentes y me inventé unos tantos otros, todo era nuevo, todo era maravilloso, incluso llorar en Londres tenía otro gustito. Lo que marcó mi viaje igualmente fue el amor, fue motivado por una desilusión amorosa y continuó siendo marcado por el amor, amor que encontré en Holanda, no amor romántico, apasionado, de besos, caricias y sexo... amor platónico, pero no por eso menos genuino, cariñoso, de una persona a otra, conexión casi cuántica, de respeto, entrega mutua desinteresada, amistad sincera, ¿Acaso eso no es amor?. Peter ya se había mostrado como un hombre maravilloso desde el momento en que le solicité couch, me envió muchos mensajes preguntándome acerca de mis preferencias turísticas y culinarias, si era alérgica a algún alimento y que quería hacer con mi tiempo en Utrecht ya que justo estaría allí para las pascuas y estaría todo cerrado, por lo tanto el se encargaría de comprar todos los alimentos para el fin de semana completo. Tres días pasé con el y fueron los tres días mas felices de todo este año 2011, no pasó nada romántico con el, ni un beso, pero me sentí tan cuidada, tan querida y esperada! Como nunca. Holanda es adorable por el hecho de que toda su gente anda en bicicleta y no son bicicletas con muchos cambios y deportivas, no...los modelos son de las bicis inglesas antiguas, negras y grandotas, Peter tenía una bici en su casa y una en un estacionamiento para bicis en la ciudad donde se crió, una enorme construcción verde en forma de manzana. Una cosa tan simple, pero de las mas asombrosas que vi en mi viaje. Los días de Abril en Holanda eran como los de Octubre en Buenos Aires, una primavera floreciente, de modo que íbamos todas las noches a un parque cercano a beber cerveza o mate y treparnos en una especie de pino construido con soga, un juego claro. Allí nos subíamos y hablábamos durante horas, borrachos o extasiados por el mate, risas, sonrisas y chistes en mal inglés llenaban esas noches.La primera noche cocinó para mi, cuanto hacía que un muchacho no cocinaba para mi! Y uno de esos días me llevó al lugar donde se crió, Alphen Aan Den Rijn bajamos del tren y tomó la bici que tenía allí estacionada...a que no adivinan! Me llevó en su bici, si! El pedaleaba y yo iba detrás sentada, que vergüenza por Dios! No me caracterizo por ser una chica delgada y mucho menos bajita...así que se imaginarán mi incomodidad, de todos modos lo disfruté y me sentí una princesa, por primera vez en mi vida me sentí una princesa, veía toda esa primavera a mi alrededor, detrás de la bici de un chico, tomada de su cintura, bueno imaginen ustedes la escena de película, no se puede describir, pero la sensación era infinitamente placentera, ibamos por el centro de la ciudad y accidentalmente mis piernas chocaron contra un pequeño poste, el me tomó fuerte de la mano y me pedía disculpas por el golpe, que muchacho mas caballero! luego me presentó a sus amigos, hicimos un pic nic a la orilla de un lago, pic nic con mucha cerveza, con muchas variedades de quesos y galletas, al mejor estilo holandés. Me sentí tan libre aunque yo era muy diferente a el y sus amigos, todos gustaban del rock pesado y estaban bebiendo y fumando narguile...me uní a la chimenea y probé la costumbre árabe. En fin, podría contar tantas cosas sobre Peter, pero estas son los detalles mas relevantes para explicar que en ese viaje, entendí que es lo que espero de un hombre. No es que me lleve en bicicleta, ni que se suba conmigo a un árbol hecho de soga, si no la atención, la libertad con que se desenvuelve un espíritu y la entrega de lo que tiene para dar...verán, yo soy una chica tan atenta, tan cariñosa, que me encanta hacer sentir bien a la persona amada y a mis amigos. Pero este chico me ganó de mano, desde Argentina ya me había ganado preguntandome mis exigencias acerca de mi estadía en su casa. Todo el tiempo fue atento conmigo, no hubo segundo en que yo no sintiera su presencia cuidandome. No necesité ganarme nada, no necesité conquistar nada en el, porque el lo estaba haciendo antes. Al despedirme de el tenía un nudo en la garganta pero agradecía a la vida la el haberlo puesto en mi camino, me costó mucho hacerme a la idea de que no volvería a verlo, de que habían sido sólo tres días, me fui de alli a dos ciudades alemanas: Duisburg y Berlín, luego a Praga, recién allí dejé de sentir malestar y volví a disfrutar de mi viaje. En Berlín hice dos amigas que me instaban a que volviera a Holanda si tan fuertemente había sido marcada, pero seguí...seguí adelante. Pues aún no había llegado a Austria, donde quería pararme y decir: Bueno Fernando...yo estoy acá... y vos donde estás? Me faltaba llegar a Roma, donde quería sentirme mas cerca de Dios y me faltaba llegar a Atenas, lo cual representaba un sueño que había tildado de imposible. Aquí dejo dos fotos donde muestro el "Arbol de soga" y los dos en la cima. 

Así es que seguí, seguí adelante...seguí a pesar de mis ganas de volver a ver a Peter, porque si hubiera vuelto, no hubiera sido lo mismo, porque los momentos no vuelven, porque lo que se construye provisoriamente es momentáneo por estructura, porque lo momentáneo es endeble y porque lo endeble desaparece, se transforma, queda en ese espacio y tiempo pasados, como en otra dimensión, fuimos puestos allí para coincidir en esos tres días, en el momento no comprendí por que (Aunque nunca me quejé)...pero la lección siempre llega. Hoy se cuales son los gestos que hacen feliz a mi corazón. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario