domingo, 8 de enero de 2012

Mi príncipe az...negro!


Mujeres y niñas…nos han contado la historia tergiversada. El principe existe, si...pero no es azul, ni viene a rescatarnos con una espada de las garras de la malvada bruja envidiosa de nuestra belleza. Mi principe es negro y ha venido a rescatarme de mis propias garras, de mis propios miedos, prejuicios y comportamientos autodestructivos.
Conocí a Emma luego de que me pidiera alojarse en mi casa, quería conocer mi ciudad y vivía en la zona mas cara de Buenos Aires, en un departamento que siempre olía bien, nunca olvidaré el perfume de esa casa, ese perfume que nunca antes había sentido, no era un desodorante de ambientes común, era algo exclusivo. Una mezcla de sahumerio con marihuana fresca recién fumada.
Yo nunca había conocido a una persona de piel negra, ya que Argentina no se caracteriza por tener mucha población negra. Como siempre ocurre con personas adineradas o famosas (o ambas) estan acostumbradas a que las personas se acerquen a ellos con intereses banales y se sienten sorprendidos cuando alguien se acerca a ellos para conocerlos de manera genuina. Creo que eso es lo que pasó entre Emma y yo, el estaba acostumbrado a las relaciones superficiales con la mayoría de las personas.
Emma es descendiente de una familia real de una monarquía ya extinta, del país considerado como el mas pobre de américa. Haití. Allí la gente, el pueblo sigue considerándolo como hijo de una reina, su madre ha sido una persona entregada a la labor solidaria en su tierra.
Con 34 años el había vivido cosas durísimas, sufrido de una cruel enfermedad de la que se recuperó por fuerza de su voluntad, sin medicinas y construido toda una vida exitosa en cuanto a que hacía en la vida aquello que lo apasionaba a fuerza de su poder de creación y su perseverancia.
Debo confesar que nunca me interesó si era verdad la historia de que era un principe. De todos modos la relación que mantenemos nunca cambiaría, porque Emma está allí para enfrentarme siempre cara a cara con mis miedos mas profundos, mis inseguridades mas persistentes y mis errores recurrentes. Si bien su forma de aconsejarme siempre fue muy exigente, me ha sido de gran ayuda y me ayudó a crecer muchísimo.
A veces uno cree que el crecimiento viene acompañado de un gran cambio de nuestros paradigmas, lo cual es muy difícil de notar, pero les aseguro que los cambios mas significativos pueden verse como pequeños detalles, maneras de sentir diferentes, de actuar ante situaciones que parecen triviales, formas de pensar acerca del mundo, de las personas, esquemas que estan allí ansiosos de ser utilizados, y cuando finalmente uno encuentra que hay algo que hace ahora que en otro momento lo hubiera hecho de otro modo...se siente un enorme placer pero también incertidumbre, dudas... acerca del momento en que cambió la hitoria, dudas sobre si ese nuevo comportamiento es irreversible o temporario. Yo nunca vuelvo atrás, siempre voy adelante aunque me cueste avanzar, pero ya he dicho que los paradigmas cambian, las percepciones, los cristales con los que se mira, las prioridades y los ángulos rotan, la vida puede cambiar en un instante, en el momento en que llega una carta, un correo electrónico, los sentimientos pueden cambiar en el preciso segundo en que alguien viene a nosotros y nos manifiesta su simpatía o su disgusto, con un simple gesto, a veces hasta un gesto virtual, a veces una corta charla. Emma fue para mi el impulsor de gratos momentos, el me ha impulsado a tomar las riendas de mi independencia planeando mi futuro, siendo previsora, me enseñó que no hay que dar tantas explicaciones ni pedirlas cuando son inútiles, me ha mostrado que todos tenemos la capacidad o mas bien la potencia (no en calidad de fuerza, si no de posibilidad) de ser quienes queramos ser ¿Que importa si no somos lo que queremos ser en el momento presente? ¿La vida vale la pena vivirla sólo cuando se es jóven? La vida dura hasta que termina, no hay un momento adecuado para hacer las cosas, para alcanzar las metas, para conseguir lo que nos proponemos o lo que deseamos, no existen las reglas para la vida, por mas que nos la pasemos planeando lo que queremos lograr, todo puede cambiar (Con una carta, un correo electrónico, un simple gesto...) y podemos  cambiar de metas, de gustos, de sentimientos. Con Emma aprendí que lo que mas importa es nuestra libertad, pero entendida como la ausencia de ataduras autoimpuestas, los miedos, las inseguridades, las dudas, las reglas de comportamiento, las culpas, los “debería”, los tiempos, las desiluciones, los comportamientos externos en general. Mi príncipe de sus labios no me dio un beso que me despertó de un cruel letargo, mi príncipe me despertó a los gritos, con palabras duras, directas pero mas duraderas y genuinas  que los besos que cualquiera me haya dado en esta vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario