El concepto de inteligencia emocional es el estandarte
moderno de la psicología de la conducta,
o mejor dicho de la psicología cognitiva hoy día. Se dice que es mas
importante que el cociente intelectual, ya que permite que seamos productivos
al deshacernos de las emociones que nos inmovilizan, que perjudican al buen
desempeño en la vida, claro…para los norteamericanos no es bueno un empleado
enamorado, deprimido o melancólico, eso no va con el capitalismo, no.
Todo muy lindo con el concepto que popularizó Daniel
Goleman, pero es desastroso ver como se malinterpreta, la mayor parte de la
población toma este concepto como la exhortación a ser mas individualistas, sin
contar el monto de presión que se ejerce socialmente sobre aquellos que “no
manejan bien sus emociones”. El efecto que produce atender a este tipo de
lecturas de tinte “autosuperador” es el de culparse uno mismo por no poseer
inteligencia emocional suficiente, al notar que aún nos preocupan las
tribulaciones de la vida o bien, el surgimiento de personalidades dispuestas a
demostrar por todos los medios que han alcanzado el “nirvana” de la
inteligencia emocional. Es al
encontrarme con este último grupo de personas que me pregunto si realmente
alguien que está superado, que es equilibrado, alguien a quien nada perturba
realmente necesita estar gritándolo a los cuatro vientos o tal vez…escribir
todo el tiempo en las redes sociales preferidas, cuánto odian tal o cual
actitud mundana. Es al cansarme de ver cuantas personas comparten mas sus
pensamientos de odio por aquello que consideran inadecuado, insoportable y
hasta despreciable que me pregunto si realmente esas personas son mejores, o
mas capaces de vivir que aquellas que a su entender son ineptas, patéticas,
mediocres u oprimidas y envidiosas. Veo así que les
molestan las personas que tienen problemas, que piden ayuda,
que piden opiniones y consejos. No les sirven aquellos que se ven paralizados
por la pérdida, el duelo o la incertidumbre.
A mi me gusta la gente común, la que tiene problemas y que
pide ayuda, la que entiende que es una contradicción el pregonar que se ha
superado la vida y vivir quejándose de lo que molesta de los demás, la que cree
que las dificultades son inherentes al ser humano y que condimentan la vida,
que con cada triunfo que llega se sienten aliviados y comparten sus alegrías
con aquellos que les ofrecieron su apoyo. Tal vez por esto elijo mi profesión,
por sentir cuales son las cosas que ponen a llorar a un alma, a un corazón, que
ponen a pensar a las mas ávidas cabezas, que destrozan hasta el mas alegre
sentido del humor…y poder ayudarlos.
No me siento bien entre personas que quieren dar lecciones
cuando no se las han pedido, eso no es haber superado la vida, ni haber
aprendido a vivir. Aprender a vivir implica tolerar las diferencias existentes,
callar las cosas negativas que tengamos que decir si no son críticas
constructivas, a todos nos molestan muchas actitudes e incluso podemos categorizarlas,
agruparlas toditas en un fichero, pero ellas llegarán solas a nosotros y la
actitud mas inteligente que podemos tomar, es la de alejarnos de quienes nos
hacen mal, o no nos gusta. He allí mi concepción de la inteligencia emocional.
Nadie es tan robot como para poner a sus emociones a ser autodeterminadas,
nadie es tan perfecto como para no sentirse nunca perdido y nadie es tan
autosuficiente como para no necesitar nunca la ayuda de nadie.
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